
Cantaba mi admirada Celia Cruz con tremendo acierto aquello de que la vida es un carnaval... se considera que son los carnavales las fiestas de la carne, lo que en una burda síntesis se traduciría en que si el carnaval es la fiesta de la carne, y la vida es carnaval, vivimos para carnivorearnos, y lo demás, es pura - y quizás dura- parafernalia.
No en vano, con demasiada frecuencia andamos con la máscara puesta, por lo que yo abogaría que aquel que la lleva todo el año aproveche estos días para quitársela y mostrarse tal cual sea. Y se pegue el festín, por qué no!
Tienen los carnavales algo de obsceno, en tanto que se oculta el deseo tras el cartón, la pluma, la porcelana, cuando el deseo más bien debiera desnudarse y exponerse sin ataduras como en aquellos carnavales romanos, llamados bacanales, en los que en honor a Baco, el dios del vino, se daba rienda suelta al placer sexual enriquecido con alcohol y deliciosos manjares igual de comestibles que la propia piel.
No siempre los antifaces ocultan tan placenteras intenciones, creo recordar vagamente la leyenda de que durante mucho tiempo se prohibieron los carnavales por ser pasto del ajuste de cuentas, de la sordidez humana más hedionda de proferir el mal de manera más o menos clandestina.
No tengo yo alma de animadora, pero en este caso, sí querría jalear a quien ande un poco despistado a elevar el deseo a la categoría de sutileza, a dejarse llevar por los impulsos más ardientes, a hincar el diente, en definitiva, sobre esos cuellos tersos y apetecibles que se ofrecen como bocado, como alternativa a las dietas macrobióticas y a las barritas de cereales.
El sexo no engorda -al menos no necesariamente- no produce jaquecas, más bien todo lo contrario, dicen que embellece, que quema calorías, pero incluso aunque no tuviera ninguna de esas propiedades, produce sensaciones que bien vale la pena sentir con o sin máscara, con o sin el amor de tu vida.
Hoy me disfrazo de héroe, con ese traje pegado al cuerpo y esa capa maravillosa tan roja como mis mayores pasiones vitales y me dispongo, a cara descubierta, a alzar mi vuelo donde la pasión me lleve... y se me arranque la capa, la malla y la "S" a bocaos
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