viernes, 14 de noviembre de 2008

La vida, no siempre es bella...

Al menos no como la pintan. Realmente hay situaciones en las que el hecho de intentar adentrarse en la vida de alguien que apuesta por perder la suya ya es complejo. He visto estos días en la caja tonta, a colación de la polémica suscitada en el Reino Unido con el tema de la eutanasia y de la menor que con coherencia abrumadora relataba su historia... es duro emitir una opinión, cuánto más llegar a tomar una decisión de esa calibre.

Por nada del mundo quisiera tener que verme en una situación parecida, pero si es cierto, que del mismo modo que alguien de manera más o menos furtiva pueda tener la posibilidad de acabar con su vida con un tiro directo al paladar o una soga, no debería serle negado ese derecho esencialmente intrínseco del ser humano a quien solicite dejar de existir.

A nadie se lo ocurrirá llegar a ese extremo -en su sano juicio- en mitad de una gripe viral o en los prolégomenos de una menstruacción fastidiosa. Hablamos de gente que no puede elegir su forma de vida porque la salud se antepone a ese derecho y priva la capacidad de subsistir más allá de un respirador, por poner quizás el ejemplo más popular.

El suicidio, por cacofónica que resulte la palabra, se diferencia de la eutanasia en que la persona y autor son el mismo... simplificando mucho, claro está. Es un tema que se presta a tantos matices como casos pueda haber en una situación límite.

Los derechos, la elección personal, no deberíar ir ligados a cuestiones políticas, religiosas, morales y esa ligazón es la que hace que el tema resulte tan espinoso.

La vida puede no ser bonita para Paris Hilton, nietísima caprichosa y friki del maganate hostelero a pesar de su melena rubia, sus piernas flacas a la par que jugosas y su abultadas y seguro que múltiples cuentas bancarias... se me ocurre pensar en esa otra adinerada mujer Cristina Onassis, que siempre me pareció el ejemplo más flagrante de pobre niña rica.. que decide poner fin a su vida nada bella a pesar de la abundancia...

La belleza de la vida, al menos para mi, radica en poder ducharme sin tener que depender de nadie, poder elegir entre dar un paseo o echar una siesta, saborear una onza de chocolate sin pensar el lugar que esas calorías formarán parte de mi ya de por si opulenta estampa, ver incluso la mirada de aquellos cuyos ojos se convierten en amenaza, oler un guiso o la última creación olfativa de Elisabeth Arden, superar el fin de mes, disfrutar de la compañía de mi gente sin tener un motivo especial de celebración...

Debe ser muy difícil tener que prescindir de esa cotidianeidad tan simple y hermosa... y más difícil aún, no conservar las ganas de vivir suficientes para esforzarse en intentar cambiar algo que es clinicamente improbable...

El derecho a la libertad... también debería aplicarse para poder ser libre de elegir la vida o no vida de cada uno... o a propiciar la llegada al mundo de una nueva vida, como el que fue bautizado el "primer hombre embarazado", quien acaba de anunciar su segundo embarazo

No hay comentarios: