Ni terciopelo ni azul, pero absolutamente irrepetible. Ni siquiera es nostalgia lo que siento al recordar aquella "segunda casa" en la que hasta nos permitíamos hacer controles de calidad entre los empleados e inspecciones entre los dueños.
Vaya tela! Podría empezar la noche de un viernes cualquiera cenando pizza en casa de Miguel y Carmen, comiendo croquetas en el Córdoba, o pillando el autobús de las 23'07 si ya salíamos cenadas de casa, pero la parada -y los cuencos de bolitas- era en ese pub que a nadie gustó nunca más que a nosotras a pesar de la pasarela friki, de la música antichunda, de la "Chufi" y de tantas y tantas situaciones inverosímiles que tuvieron lugar sobre aquellas cuatro paredes de las que colgaban carteles de películas, fotos de Janis Joplin y demás iconos del panorama musical.
Un futbolín que fue la excusa de Curro para querer ligarse a una de nosotras, esas botas de chúpamelapunta, esas cazadoras de cuero, esos pelos, el anillazo con la cara de un lobo, la Harley en la puerta... Ay Curro, Calimero, Albondiguilla, aún recuerdo aquella noche con parada en la marisquería, rosa de rigor, conciertazo de Medina Azahara y Barón Rojo en Leganés... y esa vuelta en tu superdeportivo del año maricastaño con ese "vivir así es morir de amor..." de Camilo Sesto a toda pastilla
Tu recuerdo, inexcusablemente, me trae también a la memoria tu panda de viciosos encorbatados. En eso no ha cambiado nada, sigue siendo mucho más entrañable el porrero de chupa de cuero que el cocainómano con pinta de ejecutivo. Calcina el tiempo el recuerdo de los espantapájaros hasta convertirlos en ceniza, a pesar de aquellos enamoramientos repentinos, de la noche sentados en un banco acariciando unas piernas sin depilar, de Salvar al soldado Ryan, de aquella noche en el Slogan con declaración de casi amor, de casi nada. Aunque reniegues, querida "blas", y quisieras borrar de un plumazo a ese Cosín desorbitado, internauta, con alma de putero entrañable.
De Corky esnifando bolitas de queso, de la destreza azuceniana de sustraer contactos del movil de la oruga, mientras otros se atizaban jamesones como demonios, cigarritos de la risa, y un sinfín de rayas discontinuas camino del delirio más alienante. Politoxicomaníacos perdidos, y quizás jodidos, pero contentos. Qué distintos eran los momentos desde esa segunda línea de caciques con cocacola y trinas de naranja, aditivos menos adictivos.
Mónica Naranjo y Ricky Martin con sombreros de paja tocando las maracas desde la puerta, mientras les esperaban en corrillo la Pantoja y Chabelita, y el Carnicero de Argentona, y el fiambre, y Juancar desde la barra orquestando el baile de los monstruos regalando vicio.
Los porras en su mundo, que debería ser el mundo de los churros, pero no. Su mundo de paro, de depuradoras, de primos pagagüisquis, de "la guarra" revoloteando alrededor, del Milmi escalando puestos, de camareras descarriadas, de bajadas al cuartillo, de partidas de dominó "pito doble y tres con las que saques"...
Se reencarnó aquella segunda casa en salsódromo pachanguero y otros vicios y otras gentes y otras guarras -igual de ceñidas o más- pero nada es lo mismo... dan ganas de llevar al equipo de Cuarto Milenio para hacer hablar a aquellas cuatro paredes... aunque mientras la memoria nos lo permita, habrá Blue para rato.
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