domingo, 15 de marzo de 2009

BESOS




"Los besos son mentosos", decía mi abuela, y nunca supe muy bien el significado de esa frase. Algo bueno no, desde luego, porque había cierto retintín en la frasecita que daba lugar a que siempre pensara que después del beso habría bronca.

Por eso, a veces, los mejores besos son los que se no se dan, los que se guardan para luego, aunque ese luego no llegue nunca, o tarde tanto en llegar que el beso pierda fuelle. Tienen los besos un segundo antes de ser dados, un mensaje, casi siempre. Un beso puede ser un simple trámite, dos besos, a veces equivalen a un "mejor no te digo nada". A mí esos besos no son los que más me gustan desde luego, porque son lo más parecido a ir de "perdonavidas", cuando ni hay nada que perdonar, ni tres cojones me importa lo que haga cada cual con su vida.

Luego está el beso "sé lo que hiciste", y ese beso me pone, la verdad, porque mientras me dispongo a darlo, me recorre el gustillo del miedo absurdo de quien lo recibe, de manera incomprensible, claro, pero es que hay tantas cosas que no comprendo que no tengo tiempo ni ganas de intentar buscarles explicación.

A mí me gustan los besos de amor, muy distintos de esos que convierten las lenguas en pegatinas, y mucho más distintos aún de esos que empiezan con un cosquilleo en la mano y acaban con todo -que es nada- en cuando en el camino se cruzan los cables del que besa o una pechuga más apatecible.

Luego está el beso irreverente, que es un "te beso porque no me queda otra", ese beso lo evito siempre que puedo, a menos que me sienta arrastrada hacia una mejilla sonrosada y me suponga mayor esfuerzo evitarlo que plantar los morros sobre el moflete como cuando me paso un trozo de papel higiénico después de pintarme los labios para eliminar restos de pintura y fijar el carmín.

El que es un clásico también es el beso de Judas, pero como a éste le tengo fichao no dejo que me bese, es más, ni siquiera me acerco vaya a ser que le de un "remember" y entonces si que se arma la "marimorena" (o la "marirubia).

Otros besos hay que necesitan GPS porque hasta que encuentran destinatario se pierden por el camino, pasa mucho esto últimamente, no sé por qué la verdad... aunque al final, todo llega, con o sin Tomtom.

Están los besos bonitos, los del cariño suficiente, los que se convierten en preámbulo de otros besos aún más sinceros y recofortantes y que nacen de la promesa cumplida de un abrazo afable y cálido.

Hay un beso que no cambiaría por nada del mundo, es el beso del que espera, del que ama, del que cuida, del que se deja le piel en el intento por hacerme llegar todo lo que puede significar un leve roce de labios, a veces no tan leve.

Da para mucho el tema de los besos, y me dejo más de uno en el tintero... pero todo a su tiempo....



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