
Realmente, cuando se tiene una boca como la mía, (la de la foto, of course) no son muchas las cosas que quedan por decir, a veces, lo que no se dice con palabras se dice con gestos que por supuesto, no todo el mundo sabe interpretar, o si no que se lo pregunten a Silvia ("Nire, tía, que no te entiendo, a ver si escribes más claro") o a ese primo que es un poco primo de todas, que por lo que me cuentan, también pasea por estos y otros lares sin enterarse de lo que vale un peine.
¿Qué vale un peine? Pues mira, por un euro lo encuentras en cualquier "chino". Los "chinos", además de vender peines a un euro y pan caliente a 55 céntimos, han democratizado la moda, no hay más que adentrarse en esos locales para ver como clonan desde los más sofisticados diseños a las deportivas más hipermegacaras... Ves? Ya me estoy enrollando...
Al grano. Decía, que nos pasamos la vida o parte de ella callando cosas, intentando no mostrar algunos pensamientos, en constante pulso con lo que por la cabeza pasa y lo que debería soltarse por la boca. "Todo el mundo tiene algo que callar". Bueno, yo prefiero pensar... que hay cosas... que da miedo compartir. O apuro. O pudor. O lo que sea.
No diría yo que deba uno ir pregonando a los cuatro vientos que sufre en silencio el martirio (chino) de las hemorroides, eso, salvo que se lo cuentes al farmacéutico, que te apañará con un Hemoal, -del que doy fé es mejor aliado de las ojeras que de las almorranas-, o al médico de cabecera, que te mandará a hacerte una rectocolonoscopia previa exploración de la que otro día os contaré los resultados para quienes habeis tenido la inmensa dicha de no conocer tan atronadora prueba.
No hablo de esos males menores, sino de otros...
Me pasa a veces, cuando voy en el Metro, que me gusta jugar a averiguar lo que hay detrás de cada persona que veo frente a mí, a mi alrededor... a veces, detrás de una cara de mala leche intento descubrir un jefe de esos que te hacen la vida imposible. O la sonrisa absurda y perenne de esa adolescente embobada en la pantalla del móvil, quizás leyendo un jeroglifíco parecido a este: "t kro, n djo d pnsar en ti", o el abuelo con cara de preocupación al que quizás le han dicho hace un par de semanas que su próstata ya no es lo que era...
Hay gestos mucho más elocuentes, como el del joven repeinado que se acerca con la americana colgada del brazo y los ojos ensangrentados, ese, seguro, quiere beneficiarse la cartera de algún despistado que lleva los 50 euros en el bolsillo de atrás del pantalón, o el del anciano rechoncho y ramplón que serpentea alrededor de cualquier mujer con la intención de restregarse la cebolleta sobre su pandero, sin darse cuenta... de que sus intenciones flotan en el aire, y de no ser por la edad se llevaría una hostia descomunal que finalmente acaba en un empujón y un "joder con el viejo salido"...
Me pasó un día que no me faltaron ganas de estrellarle en la cabeza a un abuelo una botella de Melody que llevaba para los postres en casa mi amiga Mon (la otra). Es que nunca habría visto ese hombre unas tetas? Por dios, ... O ese otro, que un sábado, a las 7 de la mañana, andaba con su pingajo entre las manos al final de la escalera mecánica, que me dieron ganas de decirle, "anda majo, suéltate la porra y vete a por unos churros para tu mujer, que seguro que llevará años esperando que tengas un detalle,"... en fín... historias del Metro...
También me pasa ( a mí es que me pasan muchas cosas), que me invento la vida de las personas, por ejemplo, esa gente que sabes que gana mil euros, que tiene dos niños, que estan todo el día que si este fin de semana nos vamos a esquiar, que si al otro nos vamos a no sé donde, que si ya he reservado para las vacaciones en Menorca... y pienso, a ver... o esta no fue a clase de mates el dia que enseñaban que 2+2 son 4, o el marido vende droga, pero claro, ves al marido con esa cara gilipollas que dices, uff, nada, droga nada... a ver si va ser chapero es sus horas libres! Pero tampoco cuadra, así que me imagino, que los pobrecitos no comen y que cuando llegan a su casa no encienden la luz, y entre tinieblas se abren una latita de sardinas con tomate para los cuatro y que se acuestan con un hambre de mil demonios, y... bueno, podría pensar que se pasan la vida pagando la tarjeta de El Corte Inglés, o Cofidis o todas esas cosas que anuncian, pero no, a mi me mola montarme mi película, y así me pasa, que te la encuentras por ahi, y te dan ganas de invitarle a un bocata de calamares y una ración de bravas aunque tengan reservadas las vacaciones en un hotel resort de esos de nombre paradisíaco en medio de un mar cristalino y turquesa.
El rizo viene cuando pienso la película que otros se harán de mí... uff, ahi me pillo unos rebotes que no veas, porque claro, yo me considero una mujer normal que lleva una vida normal, pero a nada que a los demás se les vaya la olla como a mí, a saber qué coño se imaginarán cuando a las 6'30 de la mañana salgo emperifollada y pintada como una puerta, o cuando me descojono de la risa cuando hablo de toallas y sudores porcunos con mis perras a según que horas "Mírala, si esta está loca, no se la oye en todo el día y en cuanto llega el novio se parte de risa, ni que el novio fuera Angel Garó, con lo serio que parece"...
En fín... entre las muchas cosas que nunca dije... hay algunas que me encantaría gritar a los cuatro vientos... pero allá cada cual con sus películas... THE END
3 comentarios:
a mi me gustan mas las peliculas q no se ven.....
hermanita, dime algo que nunca me hayas dicho
... Poco que no sepas, sister... poco, por no decir nada! Te quiero, sargenta!
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