...Al final, y sin proponérmelo, me salí con la mía, y es que el azar caprichoso, a veces dispone lo que otras proponen... aunque como suele ocurrir, lo mejor de la comida, no fue la comida, ni esa compañía que tan poco acompaña. Los jefes, cuanto más lejos mejor... bueno, mejor no para todos, claro, o si no que se lo pregunten a una que yo me sé, que nada más acabar los postres salió como alma que lleva el diablo a encontrarse con el suyo en un toilette laberíntico... o será amor? Esa historia, como tantas otras, me resbala, y ni siquiera me resulta graciosa... me temo que hay más drama que placer, pero allá cada cual con sus pajas.
Lo mejor, sin duda, ese karaoke, y ese momento "Necesito respirar" con un público medinero improvisado capitenado por un tal Pedro que tan poquito se parece a otros Pedros que conozco y que tanto se gustaba oirse emulando al imitadísimo Raphael. Yo me quedo con ese momento "Dancing Queen" con coreografía marica a más no poder y letra ilegible por cerca que estuviera el monitor. Tampoco se queda a la zaga el "Como una ola", con una Cris que llevaba más copas que espadas, y a la que esas copas le dan un punto de macarra entrañable absolutamente magnético. Bravo por ella!
Un par de vinos, una copa de sidra y tres caciques con cocacola hicieron de mi una mujer casi derrotada al caer la noche. El madrugón y los tacones hicieron el resto, pero hasta ese momento, buen rollo, alegría moderada, y unas ganas tremendas de ver a mi chico entrar por la puerta para rescatarme de ese estado de aturdimiento. No hay mejor bálsamo para esos estados carenciales que un abrazo de mi chico, que iría a buscarme "al fin del mundo si hiciera falta" -lo dice él- y me besa y me riñe porque me acueste sin cenar, y me prepara un colocao porque cree que me sentará bien... en fín... no me extraña que sea la envidia de mi departamento!
Tenía yo intención de llegar el viernes pronto a casa y dejar preparado un pastel de ahumados para enfriar en la nevera para la cena del sábado, pero no tenía yo cuerpo para arguiñanadas, así que a las 8.30 de la mañana (y descansadísima) ya andaba faneando en ese y otros menesteres cuando mi chico se fue a por unos churritos para desayunar juntos ese colacao que mi estómago no admitió la noche de antes y un cafetito merecidísimo.
Me aguardaba un día de zafarrancho y sartenes que se saldó con una cena amena, futbolística, empelucada.
Ni el Cuné, ni el Lambrusco, ni el sorbete de cava, ni mil Caciques si hubiera podido beberse nos habrían valido para sacar a Helen de donde no quiere salir, por más empujones que le peguemos, no hay manera. Lo hemos probado -casi- todo. Creo que lo único que me queda es abalanzarme sobre ella y plantarle un beso en los morros, pero creo que ni por esas. Sería capaz de pensar que la lesbiana soy yo... esta mujer es así! Puta cabezonería hasta un límite que no tiene límite.
Domingo de aspiradora, lavadora, chandal, gusanitos y dvd del concierto del Elbarrio. Bueno, y el ansíado capítulo nuevo de Aída, aunque no me hace mucha gracia que la hija inédita sea la de Escenas de matrimonio, no me hace mucha gracia esa tal Miren, y menos aún, desde que dijeron que era la mujer más buscada en internet. No es que yo entienda de mujeres - y si entendiera está claro que no me quedaría ni con ella ni con Helen- pero no la veo yo tan mujer de bandera, todo lo más, una niña medio mona, medio tonta, y superhipermegapijadelamuerte.
Que gusto da tener todo en su sitio, la casa limpia, la ropa en su armario, el lavavajillas vacío. Dan ganas de no moverse, de no desnudarse, y de no cenar! Pero tiene la Navidad, y el invierno esta cosa maravillosa de las reuniones de amigos y familares, que son lo que una pelea a una pareja: la reconciliación, la vuelta a la normalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario