lunes, 27 de octubre de 2008

Romería de la Virgen ( y el niñato Jesús)


Pusimos rumbo a Jaén el viernes, como viene siendo costumbre el último fin de semana del mes de octubre desde hace ya muchos años... Los siete en esa Ducato que no decepciona a pesar del engarrotamiento de piernas y de la neblina característica al pasar Despeñaperros. Chiquillerío del Terrero como recibimiento al grito de "Paco Paco, Paco..."; tiene gancho mi padre con los críos, las cosas como son, y ganas de ser abuelo, se le nota, pero de momento habrá que esperar.


La noche tranquila. La compañía en la buhardilla, inmejorable.

Sábado. Visita de rigor al mercadillo, no sin antes hacer parada en el puesto del mercado, morcillas a precio de oro, chorizos más picantes de lo que anuncia el tendero, y buen jamón.

En el mercadillo, lo de siempre, saludos por aquí y por allá. Aperitivo en el Reyes, pero nada es igual sin Paco y Miguel, eso es así, por mucho que la "mediogramo" se empeñe en ser simpática y poner buenas tapas.


Al fuego de la chimenea es más difícil ceder a la tentación de salir de copas, la verdad, no dan muchas ganas de salir de casa, aunque hubiera cambio de hora y la noche prometiera.


Domingo de Romería con "romero" improvisado, y visita a la Cruz Roja para aliviar lo inaliviable, ese niño, Jesús, ya podría madurar algo, que tiene edad, y empezar a preocuparse por sí mismo en vez de permitir que los demás vivamos una preocupación que no nos corresponde. Irresponsable. Cada cual, dice, tiene lo que se merece. En este caso, la cornamenta es proporcional al descaro con el que se pavonea este machito de tres al cuarto a quien la vida le dará más de una hostia si no espabila.


Cansina la entrada de la Virgen, se hizo esperar demasiado, claro, que la culpa no la tiene ella, faltaría más, sino ese cortejo variopinto que ni a fuerza de ensayar se hace con la situación.


Lo mejor, sin duda, el paisaje. Ese nunca engaña, además, por igual que parezca siempre se muestra diferente. Y ese jamón. Devorado casi con ansia por algunos, cosas de familia ....

La vuelta, cómo no, siempre resulta pesada. Más si cabe ayer, con el sueño cambiado, y el por culo que el niño Jesús dio hasta que puso pie (sentadito en el asiento de copiloto mientras mi hermano le sacaba una vez más las castañas del fuego) en el barrio.

1 comentario:

Nube dijo...

Vamossssssss, q der jamon no quedo ni er hueso!!!