jueves, 4 de junio de 2009

Despedida

No quiero pollas de esponja sobre la cabeza, ni camisetas con foto y frasecita idiota. No quiero un microbús petado de tias salidas dispuestas a encarar sus miserias sexuales con el primero que se ofrezca a invitar a una copa. No quiero cenas rotundas haciendo chistes sobre el antes y el despues, ni tampoco escuchar el manido comentario de que el marisco es afrodisiaco, "prepárate esta noche". No soporto los velos-blanco-ariel coronando cabezas sin amueblar... y casi sin cimentar. No me gustan los Boy's... hasta la palabra es fea, me quedaría siempre con otro anglicismo, "man"... y mejor aún, hombre.

No tengo intención de despedirme de nada, no digo adiós a nada. No quiero dejar nada de lo que tengo, no es necesario, no es importante, menos aún obligatorio. Ni siquiera respeto a esas solteras que se despiden dejando de respetarse a sí mismas.
Es una terrible falta de respeto hacia una misma dejar de ser, hacer, sentir, frecuentar, soñar, sólo por haber autografiado un papel que recoge tus derechos.

Me releo y reconozco que quien no me conozca pensaría que soy una aburrida y frustrada treintañera sin ninguna ilusión. No me importaría que nadie lo pensara aún errando en su pensamiento. Treintañera sí. Es lo único en lo que me reconocería. Tengo toda las ilusiones del mundo puestas en mi vida desde hace muchos años, fui cumpliendo algunas... y me quedan tantas por cumplir que me parecería una increíble pérdida de tiempo convencer a mis encantadores detractores de que soy aún peor de lo que imaginan.

Me quedo con todo, soy así de egoista. No pienso prescindir de nada, de nadie. A decir verdad... no todo el mundo tiene la suerte de poder decir lo mismo. Tengo un amor, que es mucho más de lo que algunos soñarían tener algún día, y así, todo es más fácil.